Hilos blancos


Se dice que hay un tipo de hilo que nos conecta con todos. Que nuestras vidas forman un tapiz entretejido con la existencia de otros muchos seres. Y que aquellos que son relevantes, o para quien lo somos, estamos unidos por un hilo invisible. Unidos en esta vida… y en la otra. Son los hilos rojos.

Pero hay otros hilos. Hilos de los que nadie habla. Hilos que tal vez nadie conocía...hasta hoy.


Son los hilos blancos. Hilos que sólo nos pertenecen a cada uno de nosotros, porque parten de cada uno de nosotros...hacia nosotros mismos...en el pasado.


Puede que nada quede ya de aquel lugar donde fuimos felices, o donde nos hirieron gravemente. Puede que ya no haya nada de aquel instante que nos cambió la vida para siempre, o simplemente fuera un instante fugaz, una brizna de hierba en el cosmos, pero que dejó una impronta indeleble. Porque el pasado tiene eso: desaparece aquello que le da consistencia, forma, pero prevalece lo que da sentido a nuestra vida presente.


Esos son los extremos a los que están atados esos cabos blancos. Son únicos. Son personales. Son especiales para nosotros. Nuestra Historia personal.


Muchos de esos hilos los recordamos. Tiramos de ellos y vemos el otro extremo atado, y sabemos que no fue imaginación. Que fueron. 

Otros, en cambio, siguen atados a nosotros pero no los percibimos. Hasta que un día, sin querer, tocamos ese hilo, y entonces vemos el cabo atado allá donde nuestra memoria no nos permitía llegar. Y entonces, ocurre algo muy curioso.


Esos hilos están tensos, son como cuerdas de guitarra. Cuando ocurre ese extraño milagro de tocar ese hilo y no otro, el hilo vibra en el aire de la memoria. Produce un sonido, un tono, una nota muy concreta que sólo suena cuando tocamos ese hilo. Pero ese sonido produce armónicos, y hace vibrar otros hilos. Los recuerdos están relacionados, tienen vibraciones similares. Por eso hacer vibrar uno de esos hilos hace resonar otros.


Los hilos nos unen con lo que fuimos de un modo tan directo, que sentimos que aquel con quien está unido no es una versión nuestra del pasado. No. Somos nosotros mismos viajando a través del tiempo y del espacio y conectándonos con nuestro yo real de otro tiempo y otro espacio. Volvemos días atrás, meses atrás, años atrás...y recorremos millas. Y ahí estamos, resonando con nuestro yo de ese momento como si fuese ahora mismo. Es milagroso. 


No siempre esos hilos permanecen blancos. Los hay más oscuros, se ensuciaron por estar unidos a momentos oscuros, momentos de dolor, momentos que nos gustaría que no estuviesen atados a nosotros. Pero no podemos desatarlos. 


Los hilos son múltiples, y parten de un ovillo que gira permanentemente, y sus extremos no dejan de unirse cada día y cada hora a todo lo que nos ocurre. Algunas veces un cabo queda suelto, y ese momento ya nunca será un recuerdo. Caerá en el olvido para siempre. En cambio la mayoría se atará al nosotros de ese instante, que al poco será el nosotros del ayer.


Y os preguntaréis: ¿dónde está ese ovillo del que nace cada hilo cada día? Pues… en el centro de nuestro pecho. Porque nuestro viaje a través del infinito no lo hacemos hacia adelante. No. El pasado es visto por nosotros con claridad, y de él nos alejamos. Pero nos alejamos de él… hacia atrás. El futuro no podemos verlo. Somos ciegos a él. Viajamos flotando en el éter de espaldas, como si nos dejásemos caer en una de esas dinámicas de grupo, como impulsados por la corriente de un río con nuestra cabeza en dirección a la corriente, río abajo.


Y he aquí una de la claves de todo. No podemos ver a dónde vamos porque avanzamos hacia atrás, así que no nos queda más que confiar en que nos estamos dejando caer eternamente, y el universo nos recogerá con sus regalos y sorpresas futuras, que serán presentes en el momento adecuado. 


Entonces, ¿por qué los hilos? Es tan sencillo…

Para recordar.

Recordar que una vez, y otra, y otra, tuvimos presentes sencillos que la vida nos brindó.

Recordar que el dolor de los momentos terribles nos sirvió, tiempo después, para atar nuestros hilos blancos a momentos de gozo, a momentos de paz, a momentos únicos.

Recordar que no hay que cuestionar. Tan sólo vivir. Tan sólo comprender. Y perdonar.

Porque a veces… sólo a veces… alguno de esos hilos que quedaron sucios por el dolor...se puede limpiar.

Con amor. 

Con paciencia.


Nunca deseemos desatar ninguno de esos hilos. 

Están ahí para enseñarnos.

Una enseñanza que parte de nosotros mismos.

Un hilo que parte del ahora hacia otro ahora.

Porque no existe el futuro.


El futuro ... es ahora.


Comentarios

  1. Si crees que estos hilos existen mira que hay en el otro estremo de este, yo yalo he mirado pero...

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

LA BAJA (Iª parte)

MUDANZA ("La Baja", IIª parte)

VOCACIÓN