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Hilos blancos

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Se dice que hay un tipo de hilo que nos conecta con todos. Que nuestras vidas forman un tapiz entretejido con la existencia de otros muchos seres. Y que aquellos que son relevantes, o para quien lo somos, estamos unidos por un hilo invisible. Unidos en esta vida… y en la otra. Son los hilos rojos. Pero hay otros hilos. Hilos de los que nadie habla. Hilos que tal vez nadie conocía...hasta hoy. Son los hilos blancos. Hilos que sólo nos pertenecen a cada uno de nosotros, porque parten de cada uno de nosotros...hacia nosotros mismos...en el pasado. Puede que nada quede ya de aquel lugar donde fuimos felices, o donde nos hirieron gravemente. Puede que ya no haya nada de aquel instante que nos cambió la vida para siempre, o simplemente fuera un instante fugaz, una brizna de hierba en el cosmos, pero que dejó una impronta indeleble. Porque el pasado tiene eso: desaparece aquello que le da consistencia, forma, pero prevalece lo que da sentido a nuestra vida presente. Esos son los extremos a lo

MUDANZA ("La Baja", IIª parte)

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¿Cómo se puede abrazar a una casa en la que has sido feliz? Así me sentí yo a comienzos de julio. Estuve sólo casi 2 semanas, alternando viajes de 200 kilómetros entre Las Bayas (Elche, Alicante) y La Playa de la Pobla de Farnals (Valencia), acabando el curso en mi último instituto como profe de Historia. Empaquetando nuestros enseres de cocina. Desmontando lámparas. Escuchando el eco de las habitaciones. Hasta que no quedó nada en aquella casa. Nada material.  Cuatro años de hogar. Así resumo mi vida en aquella casa. Cuatro años intensos de vida juntos. Aida y yo nos fuimos allá nada más conocernos. Todo era nuevo. Nuevos besos, nuevas risas, nuevas habitaciones. Habitamos mundos nuevos mirando la vega del Vinalopó, a poniente, y la bahía de Santa Pola, a levante. Crecimos como humanos. Sentimos como gigantes. Y en medio de toda aquella dulce locura, surgió una vida nueva: Iris. Ha sido una fantástica aventura. El comienzo de un viaje. Hace unos meses, no podía imaginar que dejar

LA BAJA (Iª parte)

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Hace ya más de dos meses que mi camino se torció. Así, abruptamente. Mi caminar era el de aquel que sigue inercias en las que andaba dejando de creer. Preparaba rutinas para unos chicos y chicas que sabía desde hacía tiempo que no les servían de mucho. Cuantas horas gastadas ya. Cuantas contradicciones. Hace ya mucho tiempo que descubrí lo que implica aprender, lo que implica asimilar, lo que implica alimentar el alma. De esas cosas que en las aulas-jaulas no se tocan. No conviene. Es mejor cebar las cabezas con datos inútiles. Mejor lastrar los cuerpos con mochilas llenas de trastos para que se hundan en su propia abulia. Mejor encadenar lo vital de los mejores años de sus vidas a un pupitre sin que nadie les pregunte "¿tú qué quieres de verdad?". Y ahí estoy yo. No como testigo del desastre, no. Soy colaborador asalariado, mercenario de la ruina. Soy prostituta del sistema educativo. Me vendo. Vendo mi saber. Vendo mi cuerpo cuando cruzo la puerta de mi centro a las 8

VOCACIÓN

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     Recuerdo que siempre me ha gustado enseñar. Desde que era bien joven me gustaba rodearme de niños para explicarles las cosas que era capaz de ver, de comprender, de descubrir. Cuando pasó el tiempo, comencé a ser catequista, que era el único medio que tenía en mi pueblo para acceder a la enseñanza. Aunque claro, lo hacía a mi manera. No me gustaba aleccionar sobre las virtudes del cristianismo. Me interesaba más que los niños tuviesen valores, virtudes humanas, que fueran "buenas personas". Aún no tenía claro qué clase de profesor era yo, pero iba descubriendo lo que no quería ser.      Pasaron los años. Durante el camino comencé a estudiar Historia y Geografía en la universidad con la firme intención de ser profesor. Tuve un par de profesores que me metieron el gusanillo de la Historia... y del Arte. Y de paso, me fui formando como educador, monitor, animador, y toqué unos cuantos palos: educación ambiental, clases extraescolares, escuelas de verano, monitor de comed

TANTO QUE APRENDER

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Tengo un amigo que dice que está pensando irse a un refugio antinuclear el año que viene, por lo de ser 2012. Me cuenta que se está preparando muy bien internamente para el cambio de era, y que sabe, o mejor dicho, que siente que se avecinan cambios bruscos, como terremotos, tsunamis, hambrunas, y no sé bien qué más... Me dice que tal vez no sean bruscos estos cambios, pero que los habrá sin duda. Me cuenta de la posibilidad de un acercamiento planetario o "meteorítico" al planeta. Este es mi mejor amigo. Nos hemos criado juntos, en el mismo pueblo, en los mismos parques, en el mismo cole e instituto (era un cole concertado que tenía todos los niveles, desde parvualrio a COU). Hemos compartido risas, músicas, confidencias, casas, viajes. El pueblo donde nacimos era -y es- bastante religioso, y encauzamos nuestra espiritualidad, o tal vez la búsqueda de sentido vital, a través de catequesis, coros y movimientos católicos varios. Al menos tuvimos la suerte de encontrar e